Así como en Tokyo pude reunirme con Masaru y Kana, en Beijing tuve la oportunidad de comer con Jack, a quien también conocí en el mismo curso. Muy amablemente, en nuestro último día de viaje, nos llevó a conocer el último lugar que yo quería visitar, pues quién no recordará ese emblemático recorrido casi tridimensional sobre el Estadio Olímpico Nido de Pájaro en 2008.
El punto es que todos mis nuevos amigos se portaron increíblemente con nosotras, y nos hicieron sentir la gran hospitalidad oriental. Creo que fue de lo que más disfruté del viaje, sin duda alguna.