Dice la historia que el matrimonio de Timoteo y Justa junto a sus tres hijos, pasaban una mala racha, así que Justa decidió ser La primer guía turística y de lay pueblo y llevar a los turistas por el casco histórico “ a voluntad”.
Juntaron dinero, construyeron la casa y como Justa amaba el mar decidieron revestir la fachada de conchas que intercambiaban a los marineros por tabaco.